Desde las civilizaciones más antiguas la humanidad ha intentado controlar las fuerzas sobrenaturales que están más allá de la lógica. Cuando el hombre descubrió el fuego, los rituales para comunicarse con las deidades y la naturaleza se convirtieron en ceremonias tradicionales, sin embargo con el tiempo esto cambió. Poco antes de la era de cristo se creía que las brujas eran las causantes de los más terribles crímenes a los que no encontraban explicación alguna, creencia que se acentuaría en la edad media al edificar y popularizar una imagen maligna de lo que se supone eran las brujas.
Se creía que sólo las mujeres realizaban prácticas sobrenaturales, cuando en realidad los hombres también incursionaban en éstas artes místicas. La iglesia propagó un estereotipo de bruja según el cual ellas iban en contra de los mandamientos de Dios y los sacramentos, adoraban al diablo entregándole sus almas a cambio de poderes para asesinar, robar niños, volar, enviar maldiciones y manipular la naturaleza.
Sus ritos demoniacos denominados aquelarres se realizaban en pantanos, bosques, lagos o cementerios. En la actualidad la idea de bruja ha cambiado mucho; está el estereotipo de bruja rural y hereje que hace pactos directos con el demonio, lanza conjuros y tiene el poder de hechizar a sus víctimas, así como también se cree que puede transformarse en los animales con los que se le asocia como cuervos, gatos negros, sapos y ratas.
Por otro lado están aquellas que forman parte de una religión adoradora de la naturaleza, llamadas Wicca. Éstas brujas celebran sabbats (ruedas solares del año) y ebats (las 13 lunas del año) entre otros ritos. Los Wicca creen en dos deidades: masculina y femenina creadoras del mundo y todo lo que lo habita, se consideran herederos de las brujas víctimas de las cacerías en la edad media y la modernidad. En sus ceremonias se reúnen en lugares al aire libre, en donde realizan círculos bajo la luz de la luna y cantan en lenguas antiguas mientras bailan, (a veces estos ritos los realizan estando desnudos).
A su vez, se cree que la brujería y la hechicería son distintas. Los hechiceros a pesar de invocar demonios, realizar conjuros y tener poderes que pueden ser malignos no concretan un pacto con el diablo. Se entiende por hechicería todas aquellas prácticas místicas que permiten manipular sucesos y personas, por lo que la línea que separa a las brujas de las hechiceras suele ser muy delgada. Sin embargo, es más importante diferenciar la magia negra de la magia blanca, todas éstas prácticas están de algún modo conectadas con la naturaleza y con fuerzas que deben ser respetadas, ya que el efecto de todo conjuro que se realice se puede regresar. Existen hechiceras que utilizan sus conocimientos de la naturaleza para curar enfermedades, enviar conjuros de prosperidad, riqueza y eliminar males producto de la magia negra, así como también están aquellos que utilizan las fuerzas ocultas para causar caos, enfermedades, pesadillas, realizar ataduras y hasta provocar la muerte de sus enemigos.