Lo mágico ejerce una fascinación indefinible sobre el ser humano. Está presente desde los albores de nuestra historia como especie y sigue manteniendo una fuerte presencia en el mundo actual. En todos los rincones del mundo continúan apareciendo diversos testimonios de fenómenos que desafían la razón; y, ciertos o no, atraen la atención de millones de personas en el planeta
Al parecer, nos sentimos atraídos por el misterio porque a diario nos topamos con preguntas que nadie puede responder satisfactoriamente. Intuimos que detrás de las apariencias pueden esconderse verdades a las que no hemos tenido acceso y que podrían explicar lo que hemos vivido, o lo que sabemos que otros han experimentado.

La ciencia y el misterio

El conocido científico Carl Sagan, creador de la famosa serie de televisión “Cosmos”, cuenta una simpática anécdota en su libro “El mundo y sus demonios”.  Un taxista lo recoge en su hotel, poco antes de ir a una conferencia. Al verlo, lo reconoce y se siente emocionado: no puede creer que va a llevar en su auto a semejante celebridad. Después de elogiarlo, le lanza una sarta de preguntas: ¿Hay vida en otros planetas? ¿Ha visto objetos voladores no identificados? ¿Es cierto acaso, que existe un complot en la NASA para ocultar estas verdades? ¿Por qué un hombre como él no le ha revelado nada a la humanidad?
Carl Sagan le explica al taxista que no cree en la existencia de los OVNIS, pero que en cambio sí tiene la convicción de que hay vida extraterrestre. Aun así, está convencido de que jamás hemos sido visitados por seres de otros mundos. Afirma que las noticias al respecto son puras especulaciones sin fundamento.
El taxista se enoja. Lo acusa de formar parte de la conspiración de silencio y ya no tiene ningún interés en hablar con el famoso científico. Sagan reflexiona entonces sobre la cantidad de maravillas que encierra el universo y que, sin embargo, no llaman la atención del gran público. Cuerpos extraordinarios que aún no se comprenden del todo, como los quásares o los pulsares; o fenómenos que quitan el aliento, como los sonidos que emanan de los objetos celestes y que forman una verdadera sinfonía musical. Carl Sagan concluye que las personas son más adeptas a los mitos que a la verdad.
¿Quién de los dos tiene razón? ¿El taxista, que intuye la presencia de misterios no suficientemente explicados por la ciencia y las autoridades? ¿O el científico, que atribuye esas creencias a la falta de información –o la ignorancia- de la gente?

La mente y el pensamiento mágico

La ciencia es un vehículo a través del cual la inteligencia humana ha logrado desentrañar muchos de los enigmas de la naturaleza. Su aporte es indiscutible. Gracias a la ciencia hemos logrado alargar la vida, visitar el espacio exterior, e incluso construir herramientas como ésta que ahora te permite a ti leer este artículo.
Lo cierto es que, con todo y sus avances, el conocimiento científico aún no logra responder con suficiente certeza a las preguntas cruciales para el hombre. ¿Qué hay después de la muerte? ¿Qué fuerzas determinan el azar? ¿Cómo explicar distintos fenómenos como los milagros, construcciones como las pirámides de Egipto, las premoniciones, los accidentes y un largo etcétera?
Es en esos vacíos donde cobra importancia el pensamiento mágico. Allí donde la ciencia se muestra incapaz de comprender y explicar, aparece la posibilidad de que existan fenómenos sobrenaturales que escapen a los alcances de la razón.
¿Quién no ha sido testigo de un hecho sorprendente que no puede explicar del todo, por más conocimientos que tenga, o por más esfuerzos racionales que invierta?

No podemos tampoco eludir el hecho de que desde los comienzos remotos de la historia humana el hombre ha acudido a las explicaciones mágicas para entender el mundo. Se trata de una forma de razonamiento inicial que ayuda a entender lo que resulta inentendible para el ser humano. Antes de saber que el Sol era una estrella, con propiedades físicas y ajustadas a las leyes de la naturaleza, casi todas las culturas de la Tierra lo vieron como una divinidad que premiaba o castigaba sus actos.

Pero también es cierto que la ciencia, especialmente en la actualidad, se ha vuelto esquemática y soberbia. Por eso desprecia el estudio de algunos fenómenos, o simplemente los elude. Ese silencio estimula a la vez el deseo de descubrimiento que habita en todas las personas. Aparece entonces el sentimiento de fascinación por lo desconocido; ese sentimiento que nos lleva una y otra vez a preguntarnos ¿qué hay más allá de lo aparente?
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El Hombre y la seducción por el misterio
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El ser humano siempre ha estado seducido por el misterio. Todo aquello que no podemos explicarnos pero que está ahí
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