El eco del terror tiembla en las llanuras infinitas de Argentina y en los recovecos de la mitología guaraní, emergiendo de la oscuridad en forma de un lobo terrible: el Lobizón. Un engendro de la maldición y la tradición, este lobo humano sudamericano es la personificación del horror oculto en la naturaleza humana y la inminente amenaza que acecha en la sombra de la superstición.

Nacido de una predicción ominosa, el Lobizón es el infortunio que recae sobre el séptimo hijo varón de una pareja. Esta maldición se desvela no en la fría luz de la luna llena, sino en la medianoche de cada martes o viernes, cuando el hombre se sumerge en el manto de la noche, transformándose en un formidable perro negro.

El relato del Lobizón es una danza sombría entre el miedo y la fascinación, entre el horror y la curiosidad, que se entreteje en el tejido de la cultura argentina y guaraní. Es un espejo oscuro donde se refleja el miedo primordial a la bestia interior, un eco siniestro del alma salvaje que vive en el corazón del hombre.

El Susurro en la Sombra: La Leyenda del Lobizón

Entre los susurros suspensores de la región del litoral argentino y las tramas intrincadas de la mitología guaraní, emerge la inquietante leyenda del Lobizón, el Hombre Lobo de Sudamérica. Cuenta la leyenda que, en la danza de la vida, el séptimo paso – el séptimo hijo varón de una pareja – trae consigo una maldición espectral.

A diferencia de la tradición europea, la maldición se desvela no con la luna llena, sino en la medianoche de los martes o viernes. Justo antes del alba de su transformación, el elegido deja atrás el bullicio humano y busca refugio en los abismos verdes de las zonas rurales o boscosas. Aquí, gira tres veces sobre sí mismo, contracorriente al movimiento del reloj, y recita el credo al revés. La sombra del hombre se disipa, y en su lugar surge un perro negro majestuoso y terrorífico, que vaga por granjas y bosques, asechando a sus presas hasta el canto del gallo.

El reino de las Leyendas y Mitología está repleto de relatos igualmente cautivantes y misteriosos que aguardan tu descubrimiento.

El sábado, el hombre despierta con una fiebre ardiente y signos de intoxicación, consecuencias de su noche bajo la piel de la bestia. Se dice que estos hombres son avistados en los cementerios, buscando entre la carroña, carne podrida y excrementos de animales, buscando a su próxima víctima. Pero Francisco Pérez Maricevich, en su compilación de Mitos y Leyendas del Paraguay, nos ofrece un ángulo diferente: el Lobizón podría ser el espíritu protector de los muertos, merodeando por la puerta de su morada para evitar su profanación.

En la Provincia de Corrientes, el eco del terror del Lobizón aún resuena. Aquellos que se encuentran con un perro negro en mitad de la noche deben gritarle “yaguá hú guazú”, que en guaraní significa “enorme perro negro”. Si el animal reacciona con agresividad, se sabe que es un Lobizón. Contra tal monstruo, sólo una bala bendita puede ofrecer la salvación. Al morir, el Lobizón vuelve a su forma humana, sin dejar huella alguna de su existencia como criatura de la noche.

El Legado de la Maldición: Superstición y Padrinazgo Presidencial

Con el fin de prevenir la muerte o el abandono del séptimo hijo varón, los presidentes de Argentina y Paraguay se han convertido en sus padrinos. A lo largo de los años, la leyenda ha evolucionado y se considera que este ritual es la única forma de romper la maldición.

La primera oficialización de este ritual ocurrió en 1907, cuando el presidente argentino José Figueroa Alcorta se convirtió en el padrino de José Brost, el séptimo hijo de los inmigrantes rusos Enrique Brost y Apolonia Holmann. Este compromiso, establecido en la Ley 20.843 de Argentina, ahora se extiende no solo al séptimo hijo varón, sino también a la séptima hija, quien, según la leyenda, está destinada a convertirse en bruja.

El Decreto Número 848 del presidente Juan Domingo Perón en 1973 estableció que para solicitar el padrinazgo presidencial, los siete hijos debían estar vivos, ser legítimos y sus padres debían ser ejemplares en moralidad. Esta tradición continúa hasta nuestros días, con figuras presidenciales como el fallecido Néstor Kirchner y la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner entre los padrinos notables. Sin embargo, el padrinazgo presidencial no confiere ningún derecho o beneficio a los ahijados o a sus parientes.

La leyenda del Lobizón pervive, un recuerdo inquietante de los misterios ancestrales de Sudamérica, y un recordatorio de cómo los humanos han intentado desafiar las maldiciones y el destino a través de la tradición y el ritual.

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El Alarido en la Oscuridad: La Leyenda del Lobizón
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El eco del terror tiembla en las llanuras infinitas de Argentina y en los recovecos de la mitología guaraní, emergiendo de la oscuridad en forma de un lobo terrible: el Lobizón. Un engendro de la maldición y la tradición, este lobo humano sudamericano es la personificación del horror oculto en la naturaleza humana y la inminente amenaza que acecha en la sombra de la superstición.Nacido de una predicción ominosa, el Lobizón es el infortunio que recae sobre el séptimo hijo varón de una pareja. Esta maldición se desvela no en la fría luz de la luna llena, sino en la medianoche de cada martes o viernes, cuando el hombre se sumerge en el manto de la noche, transformándose en un formidable perro negro.
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Historias Asombrosas
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