La telepatía ha sido fuente de controversia desde hace casi dos siglos. Comenzó a hablarse de ella en el Siglo XIX, una época en la que también aparecieron grandes inventos en las comunicaciones, como el telégrafo. Éste aparato, en su momento, incorporó por primera vez en la historia el concepto de conexión, en tiempo real, entre dos lugares distantes. Los investigadores curiosos de ese tiempo comenzaron a preguntarse si no sería posible también comunicar dos mentes en tiempo real.
Las primeras investigaciones sobre telepatía datan de 1882, cuando la Sociedad para la Investigación Psíquica de la Gran Bretaña introdujo el término. Se definió como la capacidad para establecer comunicación mental a grandes distancias, sin que mediara ningún aparato. Pronto aparecieron miles de testimonios de personas que aseguraban haber vivido este tipo de experiencias.
Pese a que desde ese entonces ha venido acopiándose una importante documentación con relatos e investigaciones en diferentes partes del mundo, la ciencia formal no acepta la existencia de la telepatía.
Los experimentos iniciales
Para hacer valer sus apreciaciones, los investigadores de la telepatía han diseñado un gran número de experimentos a lo largo de la historia. La mayoría de estas pruebas ha pasado sin pena ni gloria. Pero también hay casos que alcanzaron gran resonancia en el mundo.
En 1927, por ejemplo, se realizó una gran prueba en la Universidad de Duke, Estados Unidos. Los resultados fueron publicados en un libro que causó gran conmoción en su momento, escrito por el profesor Joseph Branks Rhine y titulado “Percepción extrasensorial”. Allí se mostraban resultados que parecían probar la existencia de la telepatía en condiciones científicas. Sin embargo, los experimentos de Rhine nunca pudieron ser replicados y por eso fueron considerados falsos por la ciencia formal.
Durante varios años continuaron los experimentos y las pruebas, pero el resultado fue siempre el mismo: no eran avalados por la comunidad científica.
Pese a la incredulidad reinante, y en plena guerra fría, los organismos secretos de las grandes potencias se interesaron por el tema y desarrollaron varios experimentos para determinar los alcances del fenómeno. El científico Leónidas Vasiliev creó el Instituto Parapsicológico en la Universidad de Leningrado (Unión Soviética) y desde allí realizó uno de los experimentos más rigurosos de la historia.
Vasiliev consiguió, por ejemplo, hipnotizar a algunos de sus pacientes estando en una habitación distinta a la que se encontraban ellos. Repitió luego el mismo logro, pero añadiendo un obstáculo adicional: encerró a sus pacientes en unas cabinas de plomo, rodeadas de una malla electrificada. Más adelante también probó ser capaz de hipnotizar a una paciente, estando más de mil kilómetros de distancia. Veinticuatro científicos dieron fe del experimento.
Otras evidencias
Uno de los experimentos más interesantes se llevó a cabo en el Maimonides Medical Center, de Nueva York. Allí los investigadores Montaque Ullman y Stanley Krippner realizaron numerosas pruebas que arrojaron resultados sorprendentes. Se centraron en la telepatía que tiene lugar durante el sueño.
Con la ayuda de modernos equipos de monitoreo, los científicos pudieron establecer que la fase de sueño llamada “REM” facilita la comunicación telepática. Mientras una persona permanecía dormida en una sala totalmente hermética, otra persona, que actuaba como emisor, le transmitía mentalmente una imagen. Cuando el receptor despertaba era interrogado sobre las figuras que habían aparecido en su sueño. Y en más del 70% de los casos coincidió con la imagen que había transmitido el emisor.
Algunos científicos como Rupert Sheldrake, un biólogo de la Universidad de Cambridge, sostienen que también existe la telepatía con animales. Después de 15 años de investigaciones continuas al respecto, Sheldrake ha llegado a la conclusión de que al menos el 50% de los perros anticipan con bastante tiempo de ventaja la llegada de sus amos a la casa. También hizo un experimento en el que probó que el 80% de los gatos desaparece una hora antes de sus citas médicas con el veterinario.
Pero el asunto no termina ahí. El doctor Cleve Backster, quien trabajaba con la policía de Nueva York en los años sesenta, de forma casi accidental logró captar algunas reacciones de las plantas, mediante el uso de un detector de mentiras. Fijó los cables del aparato al tallo de una de ellas y luego pensó en quemarla; las agujas del polígrafo se movieron de manera alocada. Así inició una serie de pruebas que siempre llegaban al mismo punto: las plantas parecían “adivinar” lo que él pensaba.
El tema de la telepatía tuvo gran vigencia en las décadas de los cincuenta a los setenta. Después fueron abandonadas la mayoría de las investigaciones al respecto. La ciencia no dio su visto bueno y eso desanimó a quienes se interesaban por el tema. Aún así, todavía hay muchas razones para pensar que en este tema no se ha dicho la última palabra